La vacunación es una forma sencilla, segura y eficaz de protegernos contra enfermedades dañinas antes de entrar en contacto con ellas. Las vacunas ponen en marcha las defensas naturales del organismo y, de ese modo, reducen el riesgo de contraer enfermedades. Actúan desencadenando una respuesta de nuestro sistema inmunitario, que: reconoce al microbio invasor (por ejemplo, un virus o una bacteria); genera anticuerpos, que son proteínas que nuestro sistema inmunitario produce naturalmente para luchar contra las enfermedades; recuerda la enfermedad y el modo de combatirla.

    Si, en el futuro, nos vemos expuestos al microbio contra el que protege la vacuna, nuestro sistema inmunitario podrá atacarlo rápidamente antes de que empecemos a sentirnos mal. En definitiva, las vacunas son una forma eficaz y segura de inducir una respuesta inmunitaria sin causar enfermedades.

    Nuestro sistema inmunitario está diseñado para recordar. Tras la administración de una o más dosis de una vacuna contra una enfermedad concreta, quedamos protegidos contra ella, normalmente durante años, décadas o incluso para toda la vida. Por eso las vacunas son tan eficaces: en vez de tratar una enfermedad cuando esta aparece, evitan que nos enfermemos.

    La mayoría de las vacunas se inyectan, pero otras se ingieren (vía oral) o se nebulizan en la nariz.

    Las vacunas protegen contra enfermedades al estimular al sistema inmunológico a que produzca anticuerpos contra ciertos virus o bacterias. Si no nos vacunamos, corremos el riesgo de contraer enfermedades graves como el sarampión, la meningitis, la neumonía, el tétanos y la poliomielitis, muchas de las cuales pueden ser discapacitantes y mortales. Según los cálculos de la OMS, las vacunas salvan la vida entre dos y tres millones de personas cada año.

    Aunque algunas enfermedades son actualmente poco frecuentes, los patógenos que las causan continúan circulando en todo el mundo o en partes de él. Hoy en día, las enfermedades infecciosas atraviesan fronteras con facilidad e infectan a las personas que no están protegidas.

    Las dos principales razones para vacunarse son protegernos a nosotros mismos y proteger a las personas que nos rodean. Puesto que no se puede vacunar a todas las personas —por ejemplo, no es recomendable para los recién nacidos, las personas gravemente enfermas y las que pueden presentar determinadas alergias—, al protegernos nosotros evitamos contagiarles enfermedades que se pueden prevenir mediante vacunación.

    Las vacunas protegen contra muchas enfermedades, entre ellas:

    • el cólera 
    • la difteria
    • la hepatitis B
    • la gripe
    • la encefalitis japonesa
    • el sarampión
    • la meningitis
    • las paperas
    • la tosferina
    • la neumonía
    • la poliomielitis
    • la rabia
    • las infecciones por rotavirus
    • la rubéola
    • el tétanos
    • la fiebre tifoidea
    • la varicela
    • la fiebre amarilla
    • el dengue
    • el cáncer cervicouterino

    Actualmente se siguen desarrollando otras vacunas, y algunas de ellas ya se administran experimentalmente. Es el caso de las que protegen contra el ébola o contra el paludismo, que todavía no están disponibles en todo el mundo.

    Es posible que, en su país, no necesite todas estas vacunas. Algunas solo es necesario administrarlas en situaciones específicas: antes de viajar a determinados lugares, en las zonas de riesgo o cuando una persona corre un riesgo elevado de infectarse por motivos laborales. Los profesionales de la salud le informarán de las vacunas que necesitan usted y su familia.

    Prácticamente todo el mundo se puede vacunar.

    Sin embargo, la vacunación está desaconsejada o debe postergarse en situaciones específicas o cuando se presentan determinadas enfermedades orgánicas:

    • enfermedades o tratamientos crónicos (como la quimioterapia) que afecten al sistema inmunitario;
    • alergias graves o potencialmente mortales a componentes de las vacunas (cabe señalar que estas alergias son muy raras);
    • una enfermedad grave el día de la vacunación. Con todo, los niños que presentan una enfermedad grave el día de la vacunación deben ser vacunados en cuanto se encuentren bien. Las enfermedades de intensidad moderada y la fiebre baja no contraindican la vacunación.

    Aun así, estos factores suelen variar en función de la vacuna. Si no está seguro de que usted o su hijo/a pueden recibir una determinada vacuna, pregúntelo a los profesionales de la salud. Ellos le ayudarán a decidir acerca de su vacunación o de la de su hijo/a.

    En cuanto a las embarazadas, es importante que reciban aquellas vacunas que están recomendadas en el calendario nacional de vacunación en ese periodo de la vida para protegerse contra enfermedades que pueden causarle complicaciones. Las vacunas, además, protegen a sus bebés durante los primeros meses de vida cuando todavía no pueden recibir sus propias vacunas. Siempre será el profesional de salud quien le informará de las vacunas que necesita. Algunas vacunas están contraindicadas en el embarazo, pero, si la mujer lo necesita, se le pueden aplicar en el puerperio inmediato o previo al embarazo.

    Todos los componentes de las vacunas son importantes para garantizar su seguridad y su eficacia. Estos son algunos de ellos:

    • El antígeno: es una forma muerta o debilitada de un patógeno (por ejemplo, un virus o una bacteria) que prepara a nuestro organismo para reconocer y combatir una determinada enfermedad en el futuro.

    • Adyuvantes: ayudan a incrementar la respuesta inmunitaria y, así, facilitan la acción de las vacunas.

    • Conservantes: garantizan que la vacuna mantiene su eficacia.

    • Estabilizantes: protegen a la vacuna durante su transporte y almacenamiento.

    Algunos de los componentes que figuran en la etiqueta de las vacunas nos son desconocidos, pero muchos de ellos están presentes de forma natural en nuestro organismo, en nuestro entorno y en los alimentos que ingerimos. Para garantizar su seguridad, se hace un examen y un seguimiento integral de todas las vacunas y de sus ingredientes por separado.

    Las vacunas son seguras. Cada vacuna pasa por pruebas extensas antes de ser autorizada, y la seguridad de las vacunas se sigue monitoreando durante todo el tiempo que la vacuna esté en uso.

    Todas las vacunas autorizadas son sometidas a pruebas rigurosas a lo largo de las distintas fases de los ensayos clínicos, y siguen siendo evaluadas con regularidad tras su comercialización. Además, los científicos hacen un seguimiento constante de la información procedente de diversas fuentes en busca de indicios de que causen efectos adversos.

    Es mucho más probable padecer lesiones graves por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una vacuna. Por ejemplo, el tétanos puede ocasionar dolores muy intensos, espasmos musculares (por ejemplo, de músculos que se utilizan para masticar) y coágulos sanguíneos, mientras que sarampión puede inflamar el encéfalo (encefalitis) y causar ceguera. Muchas enfermedades prevenibles mediante vacunación nos pueden matar. Los beneficios de la vacunación superan con creces los riesgos a los que exponen, y sin vacunas habría muchos más casos de enfermedades y de defunciones.

    Como todos los medicamentos, las vacunas pueden causar efectos secundarios leves —por ejemplo, fiebre, dolor o enrojecimiento en el lugar de la inyección—, que desaparecen espontáneamente a los pocos días. Raramente producen efectos secundarios más graves o duraderos: la probabilidad de sufrir una reacción grave a una vacuna es de uno entre un millón. Las vacunas se someten a una vigilancia continua para garantizar su seguridad y detectar posibles efectos adversos, que son infrecuentes.

    Es imposible contraer la enfermedad que la vacuna trata de prevenir, a partir de cualquier vacuna fabricada con virus o bacterias muertos o solo con partes de virus o de bacterias. Solo en las vacunas preparadas con virus vivos debilitados (atenuados), como las de la varicela, o el sarampión, las paperas y la rubéola (la “triple viral”), existe la posibilidad de que un/a niño/a desarrolle una forma leve de la enfermedad. Pero casi siempre de mucha menor gravedad que la enfermedad que habría contraído si se hubiera contagiado con el virus real.

    La meta de las vacunas consiste en ayudar a mantener sanos a niños y niñas sanos. Puesto que la función de las vacunas consiste en proteger el cuerpo antes del ataque de la enfermedad, si espera a que su hijo/a se enferme, será demasiado tarde para que la vacuna pueda surtir efecto. El mejor momento para vacunar a los niños y las niñas es precisamente cuando están sanos.

    Pocas cosas en medicina son eficaces al 100%, pero las vacunas son una de nuestras armas más eficaces para luchar contra las enfermedades: funcionan entre el 85% y el 99% de los casos. Reducen considerablemente el riesgo de que su hijo/a contraiga enfermedades graves (sobre todo, cuanta más gente se vacune) y reducen las probabilidades de que las enfermedades arraiguen en una población.

    Es cierto que las probabilidades de que un niño o niña contraiga una enfermedad son bajas si todos los demás a su alrededor están vacunados. Pero también se exponen a personas que no pertenecen al ámbito cercano (ej. Familiar, escolar). Y, si una persona se plantea saltarse las vacunas, existe la posibilidad de que otras personas se estén planteando lo mismo. Cada niño o niña que no se vacuna ofrece una oportunidad más de propagación de las enfermedades que son altamente contagiosas.

    En su día a día, los niños y niñas pequeños pueden estar expuestos a enfermedades simplemente por estar en diversos lugares y en contacto con distintas personas. Ello representa un riesgo importante. En sus calendarios de vacunación, la OMS recomienda proteger lo antes posible a los lactantes y los/as niños/as pequeños. A menudo, en estas edades hay más riesgo de sufrir enfermedades porque el sistema inmunitario no se ha desarrollado por completo y el organismo tiene menos capacidad para combatir las infecciones. Por eso es tan importante vacunar a los niños en el momento recomendado para cada enfermedad.

    Una de las mejores formas de proteger a tu hijo es seguir el calendario de vacunas recomendado en tu país. Podes consultar el Calendario Nacional de Vacunación de Paraguay  desde ACÁ. http://pai.mspbs.gov.py/article/esquema-nacional-de-vacunacion-paraguay-2020 y tambien en la Libreta Pediátrica de Vacunación de la Sociedad Paraguaya de Pediatría.

    Cada vez que retrases una vacuna, estarás aumentando la vulnerabilidad de tu hijo/a a la enfermedad. Muchas de las enfermedades que protegemos con las vacunas, se dan en edades tempranas, y si no vacunamos a nuestros hijos o retrasamos su vacunación, ellos estarán desprotegidos durante ese periodo, en el cual tienen su sistema inmunológico (las defensas) todavía inmaduro para hacer frente a las infecciones.

    Las vacunas son la razón por la que las enfermedades como el sarampión, las paperas y la hepatitis B ya no son comunes durante la infancia y aunque podría ser fácil suponer que esto significa que ya no son una amenaza, la verdad es todo lo contrario. Principalmente porque estas enfermedades todavía están presentes y son comunes en otras áreas del mundo y cuando no hay suficientes individuos vacunados contra estas enfermedades pueden y reaparecer.

    Cuando dejemos de vacunar, las enfermedades volverán y se extenderán a través de nuestras comunidades. Y no estamos adivinando que esto sucederá, lo sabemos porque realmente hemos visto las consecuencias de la vida real en la salud pública en países que dejaron de inmunizar.

    Hay 4 razones en las pueden necesitar recibir varias dosis de una vacuna determinada con el fin de proporcionar una protección completa contra la enfermedad en cuestión.

    Razón 1- En ciertos casos una dosis no es suficiente para enseñar para la defensa completa contra la enfermedad, por lo que se necesitan múltiples dosis para crear una inmunidad más completa.

    Razón 2- Nuestras defensas contra ciertas enfermedades puede disminuir con el tiempo, en un sentido su sistema inmunológico comienza a olvidar contra lo que está protegiendo. Dosis adicionales después de un número de años puede recargar su inmunidad a esas enfermedades.

    Razón 3- Con algunas vacunas, una dosis no termina acumulando suficientes anticuerpos para combatir la enfermedad real si ataca. Por esta razón, dosis adicionales son necesarias para ayudar a su cuerpo a construir esa defensa para estar realmente protegido/a.

    Razón 4- Algunas enfermedades están en constante evolución, específicamente la gripe, lo que significa que de año en año su cuerpo necesita ser reinformado sobre cómo identificar y defenderse contra la gripe cada año para mantenerse al día con cómo cambia.

    Si se pierde su registro de vacunas o la libreta pediátrica, se debe contactar con su Pediatra o médico de cabecera para intentar recuperar la información. Se pueden revisar registros electrónicos o los registros médicos. Si no existe registro, se debe comenzar con el esquema nuevamente acorde a la edad de la persona.

    Si. Las vacunas pueden ser aplicadas aunque el niño tenga catarro o diarrea. Las infecciones respiratorias y diarreas leves no impiden la vacunación, salvo en los casos en que esté contraindicado. Afecciones leves a moderadas, no febriles, de cualquier tipo, no constituyen contraindicación. Muchas veces los planes no se cumplen, se interrumpen o fracasan por considerar, erróneamente, que la vacunación no se debe realizar ante la presencia de enfermedades comunes u otros procesos ante los cuales es recomendable consultar al médico para no perder la oportunidad de vacunar.

    No, para cada etapa de la vida corresponde la aplicación de diversas vacunas. Por ejemplo, la primera vacuna, contra la hepatitis B, se aplica durante las primeras 12 horas de vida. Además, antes del egreso de la maternidad se aplica también la BCG. Como algunas vacunas aplicadas durante la infancia pierden su eficacia con el tiempo, durante la adolescencia y adultez deben aplicarse dosis de refuerzo, así como también existen vacunas que tienen indicación precisa durante esta etapa. Podes consultar el Calendario Nacional de Vacunación de Paraguay  desde ACÁ. http://pai.mspbs.gov.py/article/esquema-nacional-de-vacunacion-paraguay-2020

    La influenza es una enfermedad grave que mata cada año entre 300.000 y 650.000 personas. Hay grupos que corren más riesgo de sufrir síntomas graves e, incluso, de fallecer, como las embarazadas, los niños pequeños, los ancianos y las personas que presentan enfermedades crónicas, como el asma y determinadas cardiopatías. Las vacunas contra la influenza estacional proporcionan inmunidad contra las cepas más prevalentes que circulan cada temporada. Son el mejor método para reducir las posibilidades de presentar una influenza de gravedad y contagiarla a otras personas, y se utilizan desde hace 60 años sin causar problemas.

    Se ha demostrado científicamente que administrar varias vacunas al mismo tiempo no causa efectos negativos y por el contrario evita oportunidades perdidad de vacunación. Son muy pocas las excepciones que serán tenidas en cuenta por el profesional de la salud.

    Cuando se administra a un niño una vacuna combinada (por ejemplo, contra la difteria, la tosferina y el tétanos) se reduce el número de inyecciones y se le causa menos malestar. Además, se garantiza que recibe las vacunas que necesita en el momento adecuado para no exponerlo al riesgo de contraer enfermedades potencialmente mortales. 

    Tu pediatra o profesional de la salud de confianza debe informarte cuándo ponerle las próximas dosis . También podés consultar en el Calendario Nacional de Vacunación como una guía. http://pai.mspbs.gov.py/article/esquema-nacional-de-vacunacion-paraguay-2020. Es ideal mantenerse al día con las vacunas y no atrasar los esquemas ya comenzados. Siempre consulta con tu pediatra o médico/a de cabecera.

    Muchas madres y padres se preocupan de que tal cantidad de vacunas sobrecargue el sistema inmunitario de sus hijos/as. Sin embargo, los niños/as se exponen a cientos de gérmenes cada día. De hecho, un resfriado común o un dolor de garganta pueden poner al sistema inmunitario de tu hijo/a en mayor peligro que las vacunas.

    En muchas prácticas médicas, el registro de vacunas de tu hijo/a lo llevará tu pediatra y lo tendrás en la libreta Pediátrica de la Sociedad Paraguaya de Pediatría. Lleva tu copia del registro a todas las citas médicas. Cada vez que tu hijo/a reciba una vacuna, asegúrate de que se actualice tu copia. Tu hijo/a se beneficiará de tener un registro de vacunación preciso durante toda la vida.

    Si tu bebé no recibe algunas dosis, no hace falta volver a darle las dosis que ya recibió. Tu pediatra o profesional de la salud solo le indicará las dosis que le falten recibir.

    En muchas prácticas médicas, el registro de vacunas de tu hijo/a lo llevará tu pediatra y lo tendrás en la libreta Pediátrica de la Sociedad Paraguaya de Pediatría. Lleva tu copia del registro a todas las citas médicas. Cada vez que tu hijo/a reciba una vacuna, asegúrate de que se actualice tu copia. Tu hijo/a se beneficiará de tener un registro de vacunación preciso durante toda la vida.

    Si tu bebé no recibe algunas dosis, no hace falta volver a darle las dosis que ya recibió. Tu pediatra o profesional de la salud solo le indicará las dosis que le falten recibir.

    En muchas prácticas médicas, el registro de vacunas de tu hijo/a lo llevará tu pediatra y lo tendrás en la libreta Pediátrica de la Sociedad Paraguaya de Pediatría. Lleva tu copia del registro a todas las citas médicas. Cada vez que tu hijo/a reciba una vacuna, asegúrate de que se actualice tu copia. Tu hijo/a se beneficiará de tener un registro de vacunación preciso durante toda la vida.

    Si tu bebé no recibe algunas dosis, no hace falta volver a darle las dosis que ya recibió. Tu pediatra o profesional de la salud solo le indicará las dosis que le falten recibir.

    En muchas prácticas médicas, el registro de vacunas de tu hijo/a lo llevará tu pediatra y lo tendrás en la libreta Pediátrica de la Sociedad Paraguaya de Pediatría. Lleva tu copia del registro a todas las citas médicas. Cada vez que tu hijo/a reciba una vacuna, asegúrate de que se actualice tu copia. Tu hijo/a se beneficiará de tener un registro de vacunación preciso durante toda la vida.

    Si tu bebé no recibe algunas dosis, no hace falta volver a darle las dosis que ya recibió. Tu pediatra o profesional de la salud solo le indicará las dosis que le falten recibir.

    En muchas prácticas médicas, el registro de vacunas de tu hijo/a lo llevará tu pediatra y lo tendrás en la libreta Pediátrica de la Sociedad Paraguaya de Pediatría. Lleva tu copia del registro a todas las citas médicas. Cada vez que tu hijo/a reciba una vacuna, asegúrate de que se actualice tu copia. Tu hijo/a se beneficiará de tener un registro de vacunación preciso durante toda la vida.

    Si tu bebé no recibe algunas dosis, no hace falta volver a darle las dosis que ya recibió. Tu pediatra o profesional de la salud solo le indicará las dosis que le falten recibir.

    Tomando influenza como ejemplo: cuando las mujeres están embarazadas, su sistema inmunológico y varios órganos vitales se adaptan para llevar al embión. Los cambios ponen a la mujer embarazada en mayor riesgo de contraer influenza grave, ya que es menos capaz de combatir la fiebre alta y la inflamación causada por la enfermedad. Un estudio estimó que las mujeres embarazadas tenían siete veces más probabilidades de terminar en el hospital debido a la influenza que las mujeres no embarazadas. Estos altos riesgos llevan a los proveedores de atención médica y a la Organización Mundial de la Salud a recomendar de manera rutinaria la vacunación contra la influenza durante el embarazo.

    Hay otro ejemplo en la vacunación Tdap – Triple Bacteriana Acelular (refuerzo contra tétanos, difteria y pertussis) durante el embarazo. Aquí, gran parte de la atención se centra en prevenir la pertussis grave en recién nacidos y bebés demasiado pequeños para ser vacunados. A diferencia de la influenza, la pertussis no es estacional, puede circular durante todo el año y empeorar durante los brotes. Es muy contagioso y muchos bebés lo contraen de miembros de la familia. El resultado: el 80% de las muertes relacionadas con pertussis ocurren en bebés menores de tres meses.

    En muchas prácticas médicas, el registro de vacunas de tu hijo/a lo llevará tu pediatra y lo tendrás en la libreta Pediátrica de la Sociedad Paraguaya de Pediatría. Lleva tu copia del registro a todas las citas médicas. Cada vez que tu hijo/a reciba una vacuna, asegúrate de que se actualice tu copia. Tu hijo/a se beneficiará de tener un registro de vacunación preciso durante toda la vida.

    Si tu bebé no recibe algunas dosis, no hace falta volver a darle las dosis que ya recibió. Tu pediatra o profesional de la salud solo le indicará las dosis que le falten recibir.

    Muchas de las enfermedades que protegemos con las vacunas, se dan en edades tempranas, y si no vacunamos a nuestros hijos/as o retrasamos los esquemas, estarán desprotegidos durante ese periodo en el cual su sistema inmunológico (las defensas) todavía es inmaduro para hacer frente a las infecciones.

    Frente a una pandemia se hace evidente la importancia de la vacunación para preservar la salud de las comunidades. Paradójicamente, la misma situación también ha derivado en una postergación voluntaria de otras vacunas, ante el miedo de asistir a centros médicos o a otras posibles consecuencias. La vacunación debe ser priorizada como un servicio de salud esencial tal como lo indica la Organización Mundial de la Salud (OMS).

    Invitamos a Liana Clark, líder global de productos médicos para las vacunas contra poliomielitis, pertussis y Hib (PPH) de Sanofi Pasteur, a compartir su experiencia y conocimientos sobre la vacunación durante el embarazo. Antes de unirse a Sanofi, Liana fue profesora asistente de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania y médica asistente en el Hospital de Niños de Filadelfia. También es fotógrafa profesional y su trabajo aparece en esta historia.

    En los primeros días de la vacunación contra la COVID-19, hubo mucha discusión sobre si las nuevas vacunas deberían usarse durante el embarazo, ya que no se habían probado específicamente en mujeres embarazadas. ¿Valió el beneficio potencial los posibles riesgos desconocidos?

    Tradicionalmente, una nueva vacuna contra cualquier enfermedad infecciosa se evalúa en ensayos clínicos antes de su uso, pero estos ensayos normalmente no incluyen mujeres embarazadas. Al considerar la necesidad de vacunación durante el embarazo, los funcionarios de salud pública evalúan el riesgo de la enfermedad para la futura madre y / o su bebé al nacer al observar el tipo de tecnología de vacuna utilizada, es decir, usualmente usando una vacuna viva o un virus inactivo; cómo funciona la vacuna; y el perfil de seguridad. Si los beneficios para la salud superan los riesgos potenciales, las autoridades sanitarias hacen recomendaciones para la vacunación durante el embarazo.

    Tomando influenza como ejemplo: cuando las mujeres están embarazadas, su sistema inmunológico y varios órganos vitales se adaptan para llevar al embión. Los cambios ponen a la mujer embarazada en mayor riesgo de contraer influenza grave, ya que es menos capaz de combatir la fiebre alta y la inflamación causada por la enfermedad. Un estudio estimó que las mujeres embarazadas tenían siete veces más probabilidades de terminar en el hospital debido a la influenza que las mujeres no embarazadas. Estos altos riesgos llevan a los proveedores de atención médica y a la Organización Mundial de la Salud a recomendar de manera rutinaria la vacunación contra la influenza durante el embarazo.

    Hay otro ejemplo en la vacunación Tdap – Triple Bacteriana Acelular (refuerzo contra tétanos, difteria y pertussis) durante el embarazo. Aquí, gran parte de la atención se centra en prevenir la pertussis grave en recién nacidos y bebés demasiado pequeños para ser vacunados. A diferencia de la influenza, la pertussis no es estacional, puede circular durante todo el año y empeorar durante los brotes. Es muy contagioso y muchos bebés lo contraen de miembros de la familia. El resultado: el 80% de las muertes relacionadas con pertussis ocurren en bebés menores de tres meses.

    Cuando se vacuna a la mujer embarazada, su cuerpo crea anticuerpos que se transmiten al feto. Estos anticuerpos están presentes en el recién nacido y duran entre dos y cuatro meses. Los estudios han demostrado que la vacuna Tdap durante el embarazo reduce el riesgo de infección por pertussis en aproximadamente un 90% en los primeros dos meses de vida y reduce las muertes relacionadas con la pertussis en un 95% en los bebés de madres vacunadas.

     “Durante mis años en pediatría, vi a demasiados bebés pequeños en la unidad de cuidados intensivos luchando por respirar debido a la pertussis. Esto es algo que se te deja marcado.”

    Liana Clark, líder mundial de productos médicos, PPH, Sanofi Pasteur.

    Si bien la vacunación durante el embarazo se ha convertido en una rutina, algunas mujeres embarazadas aún dudan. Es importante que estas mujeres sepan que las vacunas contra la influenza y Tdap se han utilizado de manera rutinaria durante el embarazo durante más de una década en países de todo el mundo. El perfil de seguridad ha sido favorable con estudios que no muestran efectos secundarios graves relacionados con la vacuna para el embarazo o el lactante.

    Con respecto al COVID-19, las autoridades de salud pública observaron buenos perfiles de seguridad de las vacunas autorizadas en ensayos clínicos entre la población general y consideraron poco probable que el perfil de seguridad fuera diferente en mujeres embarazadas; especialmente dado que el riesgo de daño por COVID-19 en mujeres embarazadas era demasiado grande para no vacunarlas. Es por eso que las autoridades ahora brindan recomendaciones unánimemente favorables para la vacunación COVID-19 en mujeres embarazadas.

    Liana Clark, líder mundial de productos médicos para las vacunas contra la Hib (PPH) de Sanofi Pasteur y su hija Zara

    Como pediatra y epidemióloga, soy una apasionada defensora de las vacunas. Las vacunas salvan vidas y la vacunación durante el embarazo es una intervención fundamental que brinda protección tanto a las mujeres embarazadas como a sus bebés. Mi bebé nació antes de que se implementaran la mayoría de las recomendaciones de vacunación durante el embarazo, pero como madre y futura abuela, espero ser yo quien lleve a mi hija embarazada a sus citas de vacunación para asegurar que tanto ella como su bebé estén protegidos de los riesgos de enfermedades infecciosas.

    Material dirigido a pacientes. Mayor información disponible a petición.

    MAT-ar-2101642 – V1 – 08/2021

Siempre ante cualquier duda consulta a tu médico o pediatra.

REFERENCIAS

Immunization Action Coalition - www.immunize.org/catg.d/p4025-01.pdf
Organización Mundial de la Salud - https://www.who.int/es/news-room/q-a-detail/q-a-on-vaccines

MAT-PY-2000097-1.0-08/2020